EFLUENTES DOMÉSTICOS

Como producto de nuestras actividades cotidianas, sean domésticas o industriales, surgen los efluentes, es decir: todo aquello que despedimos o emitimos al medio ambiente. Los efluentes pueden ser sólidos, líquidos, gases y humos y también los ruidos, las radiaciones electromagnéticas, e incluso los olores, son considerados efluentes.

Los efluentes líquidos, es decir, las aguas residuales, se originan en las viviendas particulares, residencias, edificios comerciales o municipales, y en las industrias de manufactura.

Aguas residuales que se dividen en dos grandes grupos: grises y negras.

Las aguas grises son las que provienen de la limpieza de vajilla, ropa y aseo personal.

Las aguas negras son las aguas que transportan materia fecal y orina, a través de los inodoros, letrinas y pozos sépticos, y que derivan en el sistema cloacal.

El tratamiento de estas aguas domésticas para su re-utilización, es un paso importante tanto para el ahorro del vital elemento como para evitar toda forma de contaminación.

Una Planta de Tratamiento de Efluentes obedece, en líneas generales, al siguiente esquema: Pretratamiento – Tratamiento primario – Tratamiento secundario y Desinfección.

Mediante estas etapas de tratamiento, el agua contaminada se separa en: efluente tratado, que será reutilizado, y en lodo o barro.

EFLUENTES INDUSTRIALES

En los países desarrollados, el 59% del total de agua que se consume, se destina al uso industrial.

La industria es el motor del crecimiento económico y, por lo tanto, una de las claves del progreso social. Sin embargo, genera residuos que contaminan los recursos hídricos, dañando y destruyendo ecosistemas. Esto termina siendo una amenaza para la seguridad hídrica de las personas y también para las mismas industrias, que necesitan agua limpia para sus procesos.

Reducir drásticamente el consumo de recursos naturales y de energía, y -al mismo tiempo- contar con industrias limpias y rentables, es posible.

Para lograrlo, la comunidad internacional se ha puesto en marcha. Algunos de los convenios internacionales relacionados con el uso industrial del agua, son:

El convenio de Basilea sobre desechos peligrosos, el convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes y la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea.

El objetivo de máxima debería ser el vertido cero de efluentes. Esto implicaría el reciclado del agua y la recuperación de todos los residuos.

ENERGÍAS NO RENOVABLES

La energía es un elemento fundamental para el desarrollo de la humanidad. Sin embargo, los combustibles fósiles y nucleares, que concentran casi el 90 por ciento de la energía empleada en el mundo, son recursos finitos.

Las fuentes de energía no renovables son aquellas que se encuentran de forma limitada en el planeta, y cuya velocidad de consumo es mayor que la velocidad de su regeneración.

El mejor ejemplo de ello son los combustibles fósiles: el carbón, el petróleo, el gas natural. Sustancias originadas por la acumulación, hace millones de años, de grandes cantidades de restos de seres vivos en el fondo de lagos y otras cuencas sedimentarias.

Pueden utilizarse directamente, quemándolos para obtener calor y movimiento en hornos, estufas, calderas y motores, o usarse para electricidad en las centrales térmicas o termoeléctricas.

La emisión creciente de gases de efecto invernadero, en particular dióxido de carbono, están acelerando el cambio climático, y es el principal dilema que plantea el uso de combustibles fósiles.

La respuesta pasa por una reducción de su consumo y su paulatino reemplazo por otros vectores energéticos, más limpios, más seguros y, sobre todo, renovables.